lunes, 1 de septiembre de 2008

Padre Fernando Rojas Morey


1. Transformó nuestras vidas

– ¿Si he conocido en mi vida a un hombre santo?
– Sí. Él.
Y la santidad, en su manera de ser, no consiste en dejar de hacer, ni en recluirse ni esconderse. No es huir, retraerse o signifique pasividad. Al contrario: es actuar, arriesgarse, ser valiente.
Hablo del Padre Fernando Rojas Morey, quien un 30 de mayo de 1959 llegó a mi pueblo, Santiago de Chuco y transformó nuestras vidas. Él tenía apenas 25 años.
Las insufló un poco de lo que es él.
Hay muchos valores que nos solaza contemplar en el cristiano auténtico. A mí me cautiva mucho, por ejemplo, la inocencia y el candor. Pero fue triunfal de niño admirar en don Fernando Rojas Morey ¡como un ser valiente!

2. Afrontar retos feroces

Además de arrojado en la búsqueda tenaz de un ser trascendente, enfrentando las sombras, la muerte y el pavor, es un hombre de lucha.
Aferrado a su cruz, a su fe, a su Cristo –que en el caso de él siempre lo intuí como una relación muy entrañable y personal– representa para mí –y también para muchos de mis compañeros de entonces– la intrepidez y el valor.
Era –y lo sigue siendo ahora mucho más– el ideal máximo del ser valeroso y puro, del ser luminoso y bello, del ser todo arrojo y todo fe.
¡Y de confiar en que todo saldrá bien!
Y este sacerdote joven además de muy varonil, muy muchacho, era a nuestros ojos extasiados un joven bizarro, muy de coraje en los obstáculos de la vida real que había que vencer.
Y en las proezas de la fortaleza física para afrontar cansancios, agotamientos y retos feroces.

3. De pie en una viga

Recuerdo nítidamente una escena:
En la antigua iglesia de Santiago de Chuco –totalmente demolida después del terremoto del año 1970– había entre pared y pared, que hacían los flancos laterales de la gran nave, unas vigas largas que atravesaban todo ese amplio vacío interior.
Eran añosas, toscamente labradas, amarillentas por el tiempo. Al voltear mis ojos de niño a mirarlas, mientras se hacían los ritos en el altar mayor, imaginaba qué árboles inmensos se habían cortado para ser tan largas y duras.
¡Y para no doblegarse con el paso de las centurias!
Eran de madera vieja de toronjil.
Esas vigas estaban muy cerca de la cumbrera, en realidad formaban parte del techo y su colocación era inmensamente alta mirando desde el suelo.
¿Quién podría atreverse a subir y caminar por ellas? Solo un ser con alas, una libélula, un colibrí o un ángel.

4. Un héroe

Recuerdo de niño, al Padre Fernando Rojas, avanzando primero a horcajadas y luego puesto de pie por una de esas vigas, envuelto en una nube de polvo acumulado por los siglos.
Atravesado por los rayos del sol filtrados por entre los agujeros que se hicieron año tras año entre teja y teja de ese techo torcido, construido por los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos.
Por allí él caminaba como un equilibrista a fin de hacer pender del centro de aquella viga una gruesa soga que llevaba enlazada al cuello.
Con esa soga subiríamos los travesaños que sostendrían los telones de un escenario que armábamos en la parte posterior de la iglesia, llamada “La huairona”.
Todo esto se hacía a fin de representar allí una obra de teatro que habíamos preparado y donde actuábamos todos los chiquillos de entonces y que se titulaba “San Sebastián, el centurión”.
La imagen que tengo de él subido en esa viga ya no es la de un santo ni la de un querubín ni la de un ser sobrenatural, sino sencillamente la de un héroe.

5. Al techo vetusto y carcomido

La ocurrencia la tuvo, y se imaginó subido allí, cuando días antes estábamos midiendo y calculando cómo haríamos el proscenio para escenificar la obra que habíamos preparado, a fin de recaudar fondos para construir una canchita de fulbito.
No había modo de hacer colgar los telones y no teníamos otro local suficientemente grande para hacer la velada. ¡Porque ilusionamos que iba a asistir todo Santiago de Chuco, como realmente ocurrió! ¡¡No cabía de gente la vieja iglesia en su parte posterior!
Al no poder subir de ningún modo por afuera y encima, trepando por el campanario al techo vetusto y carcomido, nos dijo que se podía tender una soga desde esa viga altísima subiendo hasta ella.
– ¿Y de qué modo se puede subir? –preguntó alguien.
– ¡Diciéndole a uno de sus ángeles que en todo le obedecen! –Dijo otro confianzudo.
– Yo subiré a colocarla –dijo él, haciendo oídos sordos al majadero.
Creo que al principio nos reímos y después empezamos a temblar de miedo por la locura que se le estaba ocurriendo de subir hasta esa altura.
¡Porque lo que él decía lo hacía!

6. La camisa blanca y tosca

Nos estremecía que le pudiera suceder una desgracia.
Porque, primero había que avanzar desde un altar por una cornisa de 15 centímetros de ancho, que nadie sabía si podría resistir el peso de una persona.
Y había que hacerlo con la espalda pegada al muro y de costado, desplazándose centímetro a centímetro, haciendo chocar los talones.
Al principio, con tener tanto miedo a que él camine por la viga, que era tremendo, en el momento en que hacía esta proeza, no fue aquel tramo lo peor sino verlo avanzar con lentitud suprema por la cornisa, pegado a la pared, haciendo un esfuerzo infinito por no caer y mantenerse pegado al yeso con pátina de siglos.
Veinte metros más abajo, seis u ocho chiquillos estábamos en el filo de un cuchillo, pendientes segundo a segundo, de ese ser etéreo dotado de un poder desconocido.
Para el caso, se había puesto una boina, metido el borde inferior de las bastas del pantalón negro en las medias, y fajado bien la cintura apretando la camisa blanca y tosca con el cinturón para que no fuera a quedar enganchada en algún clavo, punta o astilla.

7. Sabía de dónde había venido

Trepado allí en esa viga, en lo alto de la iglesia, en el techo atravesado de los rayos de sol, era otro santo más de aquellos que están en sus tronos.
Bogando entre el polvo acumulado por el tiempo, en esa viga maestra de una iglesia barroca, el Padre Fernando Rojas, hombre nube, flecha, escudo, estrella, se hacía sobrenatural a nuestros ojos.
Se situaba entre el cielo y la tierra ante nuestros pobres corazones asombrados y estupefactos. Y se hacía para siempre, invencible. ¡Y quizá inmortal!
Alguna vez encontré, leyendo el evangelio de San Juan Apóstol, que él dice acerca de Jesús:
“Sabía de dónde había venido y adónde iba”.
Y vinculé esta cita con aquella experiencia de ver a ese joven, cuya alma tenía una belleza singular, arriesgando su vida por nosotros.
Sabía Jesús que venía de un origen divino y se dirigía a una morada y a un reino igualmente sagrado, como en verdad es la vida para todos nosotros cuando se la comprende bien y se la abraza con unción, como Jesús mismo nos lo dijo.
En aquella frase del evangelio de San Juan está resumida la grandeza y la dimensión de un hombre que sabe lo que es y adónde se dirige.

8. ¡Y adónde iba!

Porque, aquel que sabe valiosamente de dónde viene y adónde va ¡ya no solo es un hombre lúcido y despierto, sino un milagro de la creación! ¡Y un elegido para morar o fundar un reino!
Es quien ha profundizado y encontrado el manantial de su origen. Y asimismo sabe adonde va, como la realización de un destino trascendente.
Ello representa una gracia y una merced superior. Es ser hijo de Dios. Es ser un ungido.
¡Alguien cuya trayectoria y transcurso se eleva sobre una viga en el sol de la mañana, que es la vida!
¡Es quien ya encontró la ubicación de la fuente y el amanecer!
En donde el universo puede ser la nave de la iglesia, como bastaría ser los ojos extasiados de unos niños viéndolo avanzar por aque3l camino de aire, viento, o agua, porque sabe de dónde viene y hacia dónde va.
Y eso fue para mí en ese instante don Fernando Rojas Morey.
Viniendo de una eternidad sumergida y yendo hacia otra eternidad elevada, en este breve y circunstancial pasaje que es la existencia, vivida con verdad, coraje y virtud, como él nos la enseñó en aquellos días.
Y si todo esto, con su atroz misterio, ha quedado en el fondo del alma, ora gozosa ora atribulada, ¡cómo entonces no llorar!

Danilo Sánchez Lihón
http://danilosanchezlihon.blogspot.com/2008/05/instituto-del-libro-y-la-lectura-inlec.html

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